Pero hace siglos atrás, las cafeterías eran más de los que quizás te imaginas y eran diferentes a lo que son hoy.
Tenían un trasfondo mucho más peculiar y extraordinario.
Exactamente en Francia, 1686. Francesco Dei Coitelli, fundó el famoso “Café procote” una cafetería frente al famoso Teatro comedia.
Porque su sueño era acercar al pueblo a una serie de deleites y sabores, que hasta entonces solo eran las personas de la alta burguesía y reyes quienes podían disfrutar de ellas.
¡Lo haría con una idea revolucionaria! ocuparía el codiciado y conocido Oro negro (apodo del café, que se le da gracias a la fuerte importancia que tiene en el mundo) que hasta esa fecha ya había llegado al país, pero conocidos por pocos.
¡Fue un éxito! El Procote rápidamente gano adeptos, haciendo reuniones con grandes pensadores como Diderot, Rousseau, d´Alembert y Voltaire (creadores de l´Encyclopédie)
Se reunían allí casi a diario, hasta el punto de que Voltaire instaló allí mismo su despacho para así poder meterse entre pecho y espalda más cómodamente sus hasta cuarenta tacitas de café al día, eso sí, en su mezcla especial, chocolate.
En muy poco tiempo, pasó de ser el primer café literario del mundo a convertirse en el lugar de discusión política por excelencia.
El Procope se había transformado en cuna de la Ilustración y lugar de innovación. Responsables de la revolución francesa y creación del conocido símbolo de la libertad “Gorro frigio.”
Tuvo su bache en 1874, cuando cerró sus puertas y parecía que fuera a ser para siempre. Sin embargo, en agosto de 1890 volvió a la carga re abriéndolas, y así continúa a día de hoy.
Y todo frente a una taza de café…
¿Cuándo viajes a París pasarías a probar el legado de grandes pensadores?